El rojo vivía de aquí para allá, un día dormía en la majada de El Romo, otro en el piornal del Jaido, al día siguiente en los peñones negros de Las Llampas. Así un día tras otro, burlando lobos, esquivando balas y buscando hembras a las que enamorar. Hoy, descansa en la hornera de Casilda, donde esta le dedica sus mejores cuidados. Todos los días enciende la chimenea para...