Zarpas de las Tinieblas pone en la umbría del monte sus 63 cm y 43 kilogramos, su fuerza extraordinaria y su coraje, mientras el macareno expone sus 90 kilos, unas navajas de 9 cm y toda su experiencia en la lucha diaria por la supervivencia, habiendo ganado hasta el momento todos sus combates contra lobos, podencos y perros de rastro.
Alano y jabalí sobre la hojarasca, vacunados contra el desaliento, enemigos irreconciliables, ambos saben que luchan por sus vidas.
Alano y jabalí sobre la hojarasca, vacunados contra el desaliento, enemigos irreconciliables, ambos saben que luchan por sus vidas.
Antes de la batalla, mientras uno de ellos busca en el aire los efluvios de hembras en celo y otros peligros que en el bosque acechan, el otro en su pasión por la caza no deja de seguir el rastro que la experiencia y Centella le dicen que es el bueno.
De repente, una explosión de emociones y adrenalina, el verraco siente que un podenco puñetero (Centella) le muerde en sus partes más íntimas con la peor de las intenciones. No queda otra cosa que parar y defenderse como tantas otras veces.
Recuerda cuando Zar, el sabueso de Carlos tuvo el atrevimiento de hacer lo mismo y el pobre perro terminó el día en la clínica con treinta puntos de sutura.
Se vuelve y se encuentra frente a frente con Zarpas. ¡Lucha de titanes!!! Ellos no se conocían pero siente que este perro le dará problemas, no es como los otros. Lo recibe con un trompazo de los suyos, de aquellos que hasta entonces tan buenos resultados le habían dado. Siente que unos colmillos se le clavan en la mandíbula. ¡Alano contra jabalí! Saltan chispas de emoción. Es la lucha por la supervivencia.
De repente llegan Tango, Nero y Goiko. La relación de fuerzas cambia. No entiende qué pasa, nunca antes se había encontrado con mandíbulas tan poderosas ni perros tan tenaces.
Tuvo tardes mejores. Nero colgado de una oreja, Goiko de la otra y Tango le tenía cogido por la jeta. No se explica cómo Zarpas ha sido capaz de agarrarlo, él ha ofrecido su mejor repertorio de navajazos, pero esta vez presiente que puede ser la última. Siente un pinchazo en el costado.
Con lo fácil que había sido terminar con el sabueso del Lebaniego... Una buena cuchillada y muchos lamentos por uno de los mejores sabuesos de Potes.
Un escalofrío recorre su cuerpo. Siente que las fuerzas lo abandonan. ¡Qué gran jabalí! ¡Qué boca tiene!.
Centella y los alanos han salido ganadores. Todos los perros son bien revisados. Sí, Zarpas ha ganado otra vez, pero esta batalla se ha cobrado su tributo. Zarpas ha perdido todos los incisivos y el colmillo izquierdo inferior. Más puntos en la paletilla...
No es tan fácil ni tan inocuo como algunos dicen.
Zarpas murió hace unos meses, a los 6 años. Ahora que él ha muerto, creo que el mejor homenaje que se le puede hacer es recordar sus carreras tras los jabalíes y sus agarres en los que en más de una ocasión se jugó la vida.
Del primero, a los 9 meses de edad, fue testigo de excepción Juan Ignacio Ñudi, director de Trofeo Caza, revista en la que publicó varias instantáneas del lance. A este le siguieron otros muchos, alguno con susto incluido, y también carreras y persecuciones muy emocionantes en las que el suido hizo gala de toda su astucia y sabiduría para esquivar a los terribles colmillos.
Zarpas todavía puede ganar otras batallas después de morir, cuando su semen fecunde a alguna de mis perras y sus cachorros le honren persiguiendo y agarrando jabalíes, demostrando que son herederos de la valentía y nobleza de un gran alano.
Porque eso es lo que fue Zarpas, UN GRAN ALANO.
Paquito
De repente, una explosión de emociones y adrenalina, el verraco siente que un podenco puñetero (Centella) le muerde en sus partes más íntimas con la peor de las intenciones. No queda otra cosa que parar y defenderse como tantas otras veces.
Recuerda cuando Zar, el sabueso de Carlos tuvo el atrevimiento de hacer lo mismo y el pobre perro terminó el día en la clínica con treinta puntos de sutura.
Se vuelve y se encuentra frente a frente con Zarpas. ¡Lucha de titanes!!! Ellos no se conocían pero siente que este perro le dará problemas, no es como los otros. Lo recibe con un trompazo de los suyos, de aquellos que hasta entonces tan buenos resultados le habían dado. Siente que unos colmillos se le clavan en la mandíbula. ¡Alano contra jabalí! Saltan chispas de emoción. Es la lucha por la supervivencia.
De repente llegan Tango, Nero y Goiko. La relación de fuerzas cambia. No entiende qué pasa, nunca antes se había encontrado con mandíbulas tan poderosas ni perros tan tenaces.
Tuvo tardes mejores. Nero colgado de una oreja, Goiko de la otra y Tango le tenía cogido por la jeta. No se explica cómo Zarpas ha sido capaz de agarrarlo, él ha ofrecido su mejor repertorio de navajazos, pero esta vez presiente que puede ser la última. Siente un pinchazo en el costado.
Con lo fácil que había sido terminar con el sabueso del Lebaniego... Una buena cuchillada y muchos lamentos por uno de los mejores sabuesos de Potes.
Un escalofrío recorre su cuerpo. Siente que las fuerzas lo abandonan. ¡Qué gran jabalí! ¡Qué boca tiene!.
Centella y los alanos han salido ganadores. Todos los perros son bien revisados. Sí, Zarpas ha ganado otra vez, pero esta batalla se ha cobrado su tributo. Zarpas ha perdido todos los incisivos y el colmillo izquierdo inferior. Más puntos en la paletilla...
No es tan fácil ni tan inocuo como algunos dicen.
Zarpas murió hace unos meses, a los 6 años. Ahora que él ha muerto, creo que el mejor homenaje que se le puede hacer es recordar sus carreras tras los jabalíes y sus agarres en los que en más de una ocasión se jugó la vida.
Del primero, a los 9 meses de edad, fue testigo de excepción Juan Ignacio Ñudi, director de Trofeo Caza, revista en la que publicó varias instantáneas del lance. A este le siguieron otros muchos, alguno con susto incluido, y también carreras y persecuciones muy emocionantes en las que el suido hizo gala de toda su astucia y sabiduría para esquivar a los terribles colmillos.
Zarpas todavía puede ganar otras batallas después de morir, cuando su semen fecunde a alguna de mis perras y sus cachorros le honren persiguiendo y agarrando jabalíes, demostrando que son herederos de la valentía y nobleza de un gran alano.
Porque eso es lo que fue Zarpas, UN GRAN ALANO.
Paquito